
La marcha hemipléjica es uno de los patrones de locomoción más comunes en pacientes con daño neurológico unilateral, especialmente en aquellos que han sufrido un accidente cerebrovascular. Este tipo de marcha se caracteriza por una serie de compensaciones biomecánicas que permiten al paciente desplazarse, aunque de forma limitada y con una notable asimetría corporal. Comprender sus mecanismos, implicaciones clínicas y estrategias de rehabilitación resulta esencial para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.
Qué es la marcha hemipléjica
La marcha hemipléjica es un tipo de desplazamiento anómalo que surge como consecuencia de una hemiplejía, es decir, la parálisis completa de un lado del cuerpo. En este contexto, el paciente pierde el control motor voluntario sobre la mitad derecha o izquierda del cuerpo, dependiendo del hemisferio cerebral lesionado. La alteración afecta tanto al brazo como a la pierna del mismo lado, generando un patrón de marcha muy característico.
En la mayoría de los casos, la marcha hemipléjica se produce tras un evento neurológico importante, como un accidente cerebrovascular, una lesión cerebral traumática, una infección del sistema nervioso central o una enfermedad degenerativa. Las secuelas motoras que se generan impiden al paciente mover con normalidad su extremidad inferior, obligándolo a realizar movimientos compensatorios que afectan la eficiencia de la marcha.
Características clínicas de la marcha hemipléjica
Los pacientes con marcha hemipléjica presentan una serie de signos observables durante el desplazamiento. Uno de los más evidentes es la circunducción de la pierna afectada. Esto significa que, en lugar de levantar la pierna verticalmente al caminar, el paciente la arrastra en un movimiento semicircular hacia el exterior. Este patrón surge debido a la dificultad para flexionar adecuadamente la cadera, la rodilla y el tobillo.
Otra característica común de la marcha hemipléjica es la postura anómala del brazo del lado afectado, que suele mantenerse flexionado, con el codo pegado al tronco, la muñeca en posición rígida y los dedos cerrados. Esta postura es producto de la espasticidad, un aumento del tono muscular que impide el movimiento fluido y voluntario de las articulaciones.
El paso de quien camina con marcha hemipléjica suele ser lento, irregular y desequilibrado. Muchas veces, el paciente necesita apoyo externo, como bastones o andadores, para desplazarse con mayor seguridad. Además, el esfuerzo físico requerido para caminar con este patrón es considerable, lo que puede provocar fatiga rápida y aumento del riesgo de caídas.
Causas comunes de la marcha hemipléjica
La causa más frecuente de la marcha hemipléjica es el accidente cerebrovascular, también conocido como infarto cerebral o ictus. Cuando una arteria que irriga una región del cerebro se obstruye o se rompe, las células nerviosas comienzan a morir por falta de oxígeno. Si la zona afectada está relacionada con el control motor, el paciente puede desarrollar una hemiplejía que da lugar a este patrón de marcha.
Además del ictus, otras condiciones neurológicas pueden desencadenar la marcha hemipléjica. Entre ellas se encuentran los traumatismos craneoencefálicos, los tumores cerebrales, la esclerosis múltiple, las infecciones como la encefalitis, y las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Parkinson avanzada.
Evaluación clínica de la marcha hemipléjica
El diagnóstico de la marcha hemipléjica se basa en la observación directa del patrón de marcha y en la historia clínica del paciente. Sin embargo, para realizar una evaluación completa, los profesionales suelen recurrir a herramientas complementarias como la grabación en video del desplazamiento, el análisis biomecánico en plataformas de marcha, y escalas clínicas específicas que miden el grado de espasticidad, fuerza muscular y equilibrio.
Entre las escalas más utilizadas para evaluar a pacientes con marcha hemipléjica se encuentra la escala de Ashworth modificada, que mide el grado de espasticidad, y la escala de Brunnstrom, que clasifica las fases de recuperación motora tras un ictus. También se puede recurrir a la prueba Timed Up and Go, que evalúa el tiempo que tarda el paciente en levantarse, caminar tres metros, girar y volver a sentarse.
Tratamiento y rehabilitación de la marcha hemipléjica
El tratamiento de la marcha hemipléjica debe ser personalizado y multidisciplinar. El objetivo es mejorar la funcionalidad del paciente, reducir la espasticidad, fortalecer los músculos debilitados y optimizar la simetría del patrón de marcha. Para lograrlo, es fundamental contar con un equipo de rehabilitación que incluya fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, neurólogos y médicos rehabilitadores.
La fisioterapia juega un papel central en la recuperación de la marcha hemipléjica. Las técnicas utilizadas incluyen ejercicios de fortalecimiento, estiramientos musculares, reeducación de la marcha en cinta rodante, entrenamiento con soporte parcial de peso corporal, y el uso de estimulación eléctrica funcional. En algunos casos, se emplean ortesis para mantener la alineación adecuada de las articulaciones, especialmente en el tobillo.
La fisioterapia juega un papel central en la recuperación de la marcha hemipléjica. Las técnicas utilizadas incluyen ejercicios de fortalecimiento, estiramientos musculares, reeducación de la marcha en cinta rodante, entrenamiento con soporte parcial de peso corporal, y el uso de estimulación eléctrica funcional. En algunos casos, se emplean ortesis para mantener la alineación adecuada de las articulaciones, especialmente en el tobillo.
Pronóstico de recuperación en la marcha hemipléjica
La evolución de un paciente con marcha hemipléjica depende de múltiples factores, como la gravedad del daño neurológico, la edad, las comorbilidades, la motivación personal y el acceso a una rehabilitación intensiva. Algunos pacientes logran recuperar una marcha funcional con independencia parcial o total, mientras que otros requieren asistencia continua.
Es importante destacar que la neuroplasticidad del cerebro permite la recuperación de funciones motoras mediante el entrenamiento repetitivo y el estímulo constante. Por ello, cuanto antes se inicie la rehabilitación, mayores serán las posibilidades de éxito en la mejora del patrón de marcha hemipléjica.
Más allá de las implicaciones físicas, la marcha hemipléjica tiene un profundo impacto emocional y social. La pérdida de independencia, las dificultades para desplazarse y la necesidad de apoyo constante pueden generar sentimientos de frustración, tristeza y aislamiento. Es fundamental que el tratamiento incluya también un abordaje psicológico que permita al paciente adaptarse a su nueva realidad, mantener la autoestima y construir redes de apoyo efectivas.
La integración social del paciente con marcha hemipléjica pasa por eliminar barreras arquitectónicas, fomentar la accesibilidad y sensibilizar a la comunidad sobre las dificultades que enfrentan las personas con discapacidad motora. La inclusión activa y el respeto por la diversidad funcional son componentes clave para mejorar la calidad de vida de estos individuos.
Conclusión
La marcha hemipléjica es una manifestación clínica compleja, pero comprensible y tratable. Requiere un enfoque terapéutico integral y una atención centrada en la persona. Con los recursos adecuados, el apoyo de profesionales especializados y la implicación del entorno familiar, muchas personas logran adaptarse, mejorar su movilidad y recuperar un grado importante de independencia. La clave está en comprender que, aunque la marcha hemipléjica representa un desafío, no es un límite definitivo, sino una condición que puede ser abordada con conocimiento, empatía y trabajo constante.
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