La acalasia es un trastorno poco común del esófago que afecta la capacidad del cuerpo para mover los alimentos hacia el estómago. Se caracteriza principalmente por la incapacidad del esfínter esofágico inferior (EEI) para relajarse adecuadamente durante la deglución, lo que provoca dificultad para tragar (disfagia), regurgitación de alimentos y, en algunos casos, dolor torácico o pérdida de peso. Aunque es una enfermedad crónica, hoy en día existen tratamientos eficaces que permiten mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes.
¿Qué es la acalasia?
La acalasia es un trastorno motor primario del esófago que impide su funcionamiento normal. En condiciones normales, el esófago utiliza contracciones musculares rítmicas (llamadas peristalsis) para empujar los alimentos hacia el estómago. En la acalasia, esta actividad está alterada: el cuerpo del esófago pierde la capacidad de generar peristalsis efectiva y, además, el esfínter esofágico inferior no se relaja cuando debería hacerlo, es decir, durante la deglución.
Esto da lugar a una obstrucción funcional del paso de alimentos y líquidos hacia el estómago, provocando que estos se acumulen en el esófago y, con el tiempo, dilaten sus paredes.
Causas de la acalasia

La causa exacta de la acalasia todavía no se conoce completamente, pero se cree que se trata de un proceso degenerativo que afecta a las neuronas del plexo mientérico (también conocido como plexo de Auerbach), que regula las contracciones musculares del esófago. Algunas teorías apuntan a un origen autoinmunitario o viral, aunque no hay consenso total.
En raras ocasiones, la acalasia puede ser secundaria a otras enfermedades, como el cáncer de esófago o de estómago que invade el área del EEI, o enfermedades infecciosas como el mal de Chagas, producido por el parásito Trypanosoma cruzi, que afecta principalmente a personas en América Latina.
Síntomas de la acalasia
Los síntomas de la acalasia suelen aparecer de manera progresiva y pueden confundirse con otras afecciones digestivas. Los principales son:
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Disfagia: dificultad para tragar alimentos sólidos, líquidos o ambos. Suele comenzar con sólidos y avanzar hacia líquidos.
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Regurgitación: devolución de alimentos no digeridos, especialmente por la noche o al inclinarse.
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Dolor torácico: generalmente de tipo opresivo, puede confundirse con dolor cardíaco.
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Pérdida de peso: debido a la dificultad para alimentarse correctamente.
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Tos crónica o infecciones respiratorias: provocadas por aspiración del contenido regurgitado hacia los pulmones.
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Sensación de plenitud retroesternal o presión en el pecho.
Diagnóstico de la acalasia
El diagnóstico de la acalasia requiere una combinación de pruebas clínicas e instrumentales:
1. Manometría esofágica
Es la prueba más importante para confirmar la acalasia. Mide las presiones y el patrón de contracción del esófago. Los hallazgos típicos son ausencia de peristalsis y falta de relajación del EEI. Hoy en día, se utiliza preferentemente la manometría de alta resolución, que permite clasificar la acalasia en tres subtipos (I, II y III), lo que ayuda a elegir el tratamiento más adecuado.
2. Endoscopia digestiva alta
Se realiza para descartar otras causas de obstrucción mecánica, como tumores o estenosis. En la acalasia, suele observarse un esófago dilatado, con restos alimentarios y un esfínter distal que ofrece resistencia al paso.
3. Esofagograma baritado
Consiste en una radiografía tras la ingesta de un medio de contraste. Muestra la típica imagen en “pico de pájaro” en la unión esofagogástrica y permite evaluar la dilatación del esófago.
Tratamiento de la acalasia

Aunque no existe una cura definitiva, el tratamiento de la acalasia tiene como objetivo aliviar los síntomas facilitando el paso del alimento al estómago. Las opciones incluyen:
1. Tratamiento farmacológico
Tiene utilidad limitada y suele reservarse para pacientes que no pueden someterse a procedimientos invasivos.
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Nitratos y bloqueadores de los canales de calcio: reducen la presión del EEI, pero su eficacia es modesta y pueden producir efectos secundarios como hipotensión o cefaleas.
2. Toxina botulínica (Botox)
Se inyecta directamente en el EEI mediante endoscopia. Produce una relajación temporal del músculo y alivio de los síntomas. Su efecto es limitado en el tiempo (3 a 6 meses) y puede perder eficacia con aplicaciones repetidas.
3. Dilatación neumática
Se realiza introduciendo un balón en el EEI que luego se infla con aire para romper las fibras musculares. Es un tratamiento eficaz, especialmente en la acalasia tipo II, aunque con riesgo de perforación (alrededor del 2-5%).
4. Miotomía de Heller (cirugía)
Es una intervención quirúrgica que consiste en cortar las fibras musculares del EEI para permitir su apertura. Se realiza mediante laparoscopia y suele combinarse con una funduplicatura parcial para evitar el reflujo gastroesofágico postoperatorio. Tiene excelentes resultados a largo plazo.
5. Miotomía endoscópica por vía oral (POEM)
Es una técnica más reciente, mínimamente invasiva, que se realiza por endoscopia. Permite cortar el músculo desde el interior del esófago. Es eficaz en todos los subtipos de acalasia, incluyendo los más complejos como el tipo III.
Complicaciones
La acalasia no tratada puede llevar a complicaciones importantes:
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Dilación esofágica severa: que provoca pérdida de la función motora del esófago (esófago sigmoide).
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Desnutrición y pérdida de peso significativa.
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Riesgo de aspiración pulmonar y neumonías.
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Mayor riesgo de cáncer de esófago (carcinoma escamoso) con el paso de los años.
Por ello, el seguimiento médico periódico es fundamental en los pacientes diagnosticados.
Pronóstico
Con el tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes experimentan una mejoría significativa en los síntomas y pueden llevar una vida normal. Sin embargo, al tratarse de una enfermedad crónica, es posible que se requieran tratamientos repetidos o seguimiento a largo plazo. El pronóstico depende en parte del subtipo de acalasia, la edad del paciente, y la respuesta inicial al tratamiento.
Diferencias entre acalasia y otras enfermedades esofágicas
Es importante diferenciar la acalasia de otras causas de disfagia o dolor torácico, como:
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Estenosis esofágica por reflujo
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Espasmo esofágico difuso
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Esclerosis sistémica
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Tumores del esófago
Un diagnóstico adecuado permite aplicar el tratamiento más eficaz y evitar complicaciones.
Conclusión
La acalasia es un trastorno del esófago que, aunque raro, puede impactar notablemente la calidad de vida del paciente. El avance de las técnicas diagnósticas y terapéuticas ha permitido ofrecer soluciones personalizadas y muy eficaces, incluso en casos complejos. Ante síntomas como disfagia persistente, regurgitación o dolor torácico sin causa clara, es fundamental acudir al médico para descartar acalasia u otros trastornos esofágicos. Un tratamiento temprano y adecuado puede evitar complicaciones y devolver al paciente una alimentación normal y sin molestias.
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