La disglosia es un trastorno del habla que afecta la articulación de los sonidos debido a alteraciones físicas en los órganos periféricos del habla. A diferencia de otros trastornos como la disartria o la apraxia, la disglosia no tiene origen neurológico, sino anatómico o estructural.
¿Qué es la disglosia?

La disglosia es un trastorno articulatorio que se produce cuando hay una anomalía o malformación en los órganos bucofonatorios: labios, lengua, paladar, mandíbula, dientes o fosas nasales. Estas alteraciones dificultan o imposibilitan la correcta producción de sonidos del habla, generando errores fonéticos persistentes.
Las personas con disglosia tienen una inteligencia y capacidad lingüística normales. Pueden entender el lenguaje y construir frases correctamente, pero su pronunciación es defectuosa debido a limitaciones físicas. Por lo tanto, la disglosia es considerada un trastorno de origen orgánico periférico, no funcional ni neurológico.
Causas de la disglosia
Las causas de la disglosia están relacionadas con alteraciones anatómicas congénitas, adquiridas o traumáticas que afectan la estructura de los órganos articulatorios. Entre las más comunes se encuentran:
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Labio leporino y paladar hendido: Malformaciones congénitas que alteran la separación entre la cavidad nasal y la oral, dificultando la articulación.
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Macroglosia: Lengua anormalmente grande, común en síndromes como el de Down.
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Glosotomía o extirpación parcial de la lengua: Por cirugías derivadas de cáncer u otras condiciones.
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Dientes mal posicionados o ausentes: Especialmente cuando afectan a los incisivos superiores o inferiores.
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Frenillo lingual corto (anquiloglosia): Limita el movimiento normal de la lengua, dificultando ciertos sonidos como la /r/ o la /l/.
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Fisuras en el paladar: Que pueden ser visibles o submucosas, afectando la resonancia y articulación del habla.
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Malformaciones mandibulares: Como micrognatia (mandíbula inferior pequeña) o prognatismo (proyección excesiva de la mandíbula).
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Traumatismos: Heridas graves en lengua, labios, mandíbula o paladar que alteren su funcionalidad.
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Cirugías o resecciones: En pacientes con tumores orales o maxilofaciales.
Tipos de disglosia

La disglosia se clasifica según el órgano afectado. Esta categorización ayuda a definir el tratamiento más adecuado.
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Disglosia labial:
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Afecta la movilidad, forma o integridad de los labios.
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Causa problemas con bilabiales (/p/, /b/, /m/) y labiodentales (/f/, /v/).
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Ejemplo: labio leporino.
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Disglosia lingual:
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Afecta a la lengua en tamaño, forma o movilidad.
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Impacta en sonidos alveolares (/t/, /d/, /n/, /s/) y vibrantes (/r/, /rr/).
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Común en casos de anquiloglosia o macroglosia.
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Disglosia mandibular:
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Asociada a malformaciones en la mandíbula.
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Puede provocar problemas con la oclusión y la articulación global.
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Disglosia dental:
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Causada por dentaduras malformadas, pérdida de piezas o malposición.
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Afecta especialmente a sonidos fricativos y dentales.
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Disglosia palatal:
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Involucra el paladar duro o blando.
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Produce una voz nasalizada e ininteligible.
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Frecuente en paladar hendido o fisuras.
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Disglosia nasal:
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Menos común, pero puede presentarse en malformaciones de las fosas nasales.
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Afecta la resonancia y la nasalización de sonidos.
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Cada tipo de disglosia puede aparecer de forma aislada o combinada, y el grado de afectación varía de leve a severo según la alteración anatómica.
Diagnóstico de la disglosia
El diagnóstico de disglosia es fundamentalmente clínico y requiere un enfoque multidisciplinar. Generalmente participan logopedas, otorrinolaringólogos, odontopediatras, ortodoncistas y, en algunos casos, cirujanos maxilofaciales.
Las principales herramientas diagnósticas son:
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Exploración orofacial: Evaluación visual y funcional de lengua, labios, dientes y paladar.
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Evaluación articulatoria: Análisis de los sonidos del habla emitidos por el paciente.
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Pruebas de motricidad oral: Para medir la fuerza, movilidad y coordinación de los órganos implicados.
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Radiografías o escáneres: En casos de anomalías esqueléticas o dentales.
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Historia clínica detallada: Incluyendo antecedentes médicos, desarrollo del lenguaje y posibles intervenciones quirúrgicas previas.
Es importante descartar causas neurológicas, psicológicas o auditivas que puedan simular una disglosia, como en el caso de las disartrias o trastornos fonológicos.
Tratamiento de la disglosia
El tratamiento de la disglosia depende del tipo, la causa y la gravedad de la alteración anatómica. Puede requerir cirugía, ortodoncia, logopedia o una combinación de estos.
1. Tratamiento quirúrgico
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Corrección de labio leporino o paladar hendido (queiloplastia o palatoplastia).
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Frenectomía lingual en casos de anquiloglosia.
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Cirugías reconstructivas tras traumatismos o tumores.
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Osteotomías mandibulares para corregir deformaciones severas.
2. Tratamiento ortodóncico
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Corrección de maloclusiones dentales.
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Expansión del paladar o alineación dental.
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Aparatos funcionales en niños con mandíbulas alteradas.
3. Terapia logopédica
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Ejercicios de motricidad orofacial.
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Reeducación articulatoria de los fonemas afectados.
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Técnicas de control del soplo y resonancia.
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Entrenamiento auditivo y visual.
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Uso de apoyo visual, espejos y retroalimentación auditiva.
En muchos casos, aunque se corrija la causa anatómica de la disglosia, es necesario un proceso de rehabilitación logopédica para reaprender la producción correcta de los sonidos.
4. Apoyo psicológico
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En niños, especialmente en edades escolares, puede ser necesario intervenir para prevenir trastornos emocionales, ansiedad social o baja autoestima.
Pronóstico de la disglosia
El pronóstico de la disglosia varía según la causa, el momento del diagnóstico y el abordaje terapéutico. En general:
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Casos leves: Suelen resolverse con terapia logopédica.
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Casos moderados: Requieren combinación de cirugía y rehabilitación.
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Casos severos: Pueden dejar secuelas permanentes si no se tratan adecuadamente.
Un diagnóstico temprano, especialmente en edad infantil, mejora significativamente las probabilidades de recuperación completa.
Disglosia y calidad de vida
La disglosia puede afectar el desarrollo social, escolar y emocional de los niños, así como la vida adulta en casos no tratados. La dificultad para pronunciar sonidos claramente puede generar burlas, retraimiento, baja autoestima e inseguridad al comunicarse.
Por ello, el entorno familiar y educativo debe estar informado y ser comprensivo. El apoyo emocional, la inclusión y el seguimiento terapéutico adecuado son fundamentales para minimizar el impacto en la calidad de vida.
Conclusión
La disglosia es un trastorno articulatorio de origen orgánico que, aunque no afecta la capacidad intelectual ni lingüística, puede comprometer gravemente la comunicación verbal. Su tratamiento requiere un enfoque integral que combine intervención médica, odontológica y logopédica.
El diagnóstico temprano y un plan terapéutico adaptado a cada caso son claves para lograr una articulación eficaz y una integración social plena. La disglosia no tiene por qué ser un obstáculo permanente si se actúa con prontitud, profesionalismo y sensibilidad.
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