La hemorragia subaracnoidea suele originarse a partir de un aneurisma sacular en el polígono de Willis, pero también pueden ocurrir como resultado de un traumatismo, hipertensión arterial no controlada, vasculitis, uso de anticoagulantes o estimulantes.
El síntoma más clásico es la cefalea de inicio repentino (en trueno) junto con rigidez nucal, vómitos, disminución del nivel de conciencia y convulsiones. Como ocurre con cualquier accidente cerebrovascular, es común que se presenten déficits neurológicos focales y que sin un diagnóstico o tratamiento oportuno producen un rápido deterioro neurológico.
¿Qué es una hemorragia subaracnoidea?
Se trata de un sangrado abrupto en el espacio subaracnoideo, que es el área cerebral que contiene el líquido cefalorraquídeo, ubicado entre la piamadre y la aracnoides, donde normalmente circula líquido cefalorraquídeo (LCR), o cuando una hemorragia intracraneal se extiende hasta dicho espacio.
La hemorragia subaracnoidea es una emergencia médica, siendo esencial su diagnóstico precoz e ingreso para tratamiento adecuado del paciente. Cuando es debida a un aneurisma, tiene una elevada mortalidad, falleciendo alrededor del 30%de los pacientes, un tercio de ellos antes de llegar al hospital. Alrededor de la mitad de los que sobreviven puede quedar con algún tipo de secuela.
¿Qué es el espacio subaracnoideo?
El espacio subaracnoideo es el área comprendida entre la aracnoides y la piamadre. Es fino debido a la adherencia de estas dos capas. Está tabicado por cordones aracnoidales y contiene líquido cefalorraquídeo, estructuras
vasculares y nerviosas.
En ciertas partes, la aracnoides está separada de la piamadre por amplios espacios tabicados comunicados libremente entre sí, las cisternas subaracnoideas.
Espacio subaracnoideo
Envolviendo al encéfalo y a la médula espinal encontramos tres capas membranosas conocidas como meninges. Desde la superficie hacia dentro, estas capas son la duramadre, la aracnoides y la piamadre.
Las meninges tienen como función: proteger al cerebro y a la médula espinal de traumas mecánicos, dar soporte a la vasculatura craneal y formar una cavidad continua a través de la cual circula el líquido cefalorraquídeo (LCR).
Estas membranas colectivamente definen tres espacios clínicamente importantes: el espacio epidural, el subdural y el subaracnoideo.
Función
La función principal del espacio subaracnoideo es la de albergar al LCR que amortigua al cerebro y a la médula espinal mientras provee de nutrientes y remueve los desechos.
Los componentes estructurales del espacio subaracnoideo, como las trabéculas aracnoideas, también tienen como función el soporte y estabilización del cerebro y de la médula espinal. También proporciona una extensión para que pasen importantes estructuras neurovasculares para suministrar al cerebro y a la médula espinal.
Signos y síntomas hemorragia subaracnoidea
Regularmente, previo a su ruptura, un aneurisma no genera sintomatología, pero si lo hace, suele provocar los siguientes síntomas que constituyen una señal de alerta:
- Visión doble.
- Jaqueca abrupta de gran intensidad.
Una vez que sobreviene la ruptura del aneurisma, los síntomas son:
- Jaqueca repentina de gran intensidad.
- Cara y ojos adoloridos.
- Vista doble.
- Vómito.
- Mareo.
- Lumbalgia.
- Visión desenfocada.
- Cuello rígído.
- Desmayo.
- Afectación de la frecuencia cardiaca.
- Problemas respiratorios.
- Episodios convulsivos.
Cuando acontece una hemorragia subaracnoidea es posible que surjan complicaciones como:
- Hidrocefalia por acumulación de sangre y líquido cefalorraquídeo que incrementa sigificativamente la presión intracraneal.
- Contracción de los vasos sanguíneos cerebrales o vasoespasmo que disminuye el flujo sanguíneo.
- Nuevas rupturas de aneurismas.
Diagnóstico y tratamiento hemorragia subaracnoidea
Las personas con probabilidad de haber sufrido una hemorragia subaracnoidea son hospitalizadas inmediatamente. Cuando es posible, se trasladan a un centro especializado en tratamientos de accidentes cerebrovasculares. Es esencial el reposo en cama y sin realización de esfuerzos.
No se administran fármacos anticoagulantes (como heparina y warfarina) ni antiagregantes plaquetarios (como la aspirina [ácido acetilsalicílico]) porque agravan la hemorragia.
Se prescriben analgésicos, como los opiáceos (pero no el ácido acetilsalicílico u otros fármacos antiinflamatorios no esteroideos, que empeoran la hemorragia) para controlar los dolores de cabeza intensos. También se administran laxantes emolientes para evitar el esfuerzo durante las evacuaciones. Tal esfuerzo ejerce presión sobre los vasos sanguíneos del interior del cráneo y aumenta el riesgo de rotura de una arteria debilitada.
Para evitar el vasoespasmo y el accidente cerebrovascular isquémico subsiguiente se administra nimodipino, un bloqueante de los canales del calcio, generalmente por vía oral. Los médicos toman medidas (como administrar fármacos y ajustar la cantidad de líquido administrada por vía intravenosa) para mantener la presión arterial a niveles lo bastante bajos para evitar una mayor hemorragia y lo bastante altos para mantener la irrigación a las partes dañadas del cerebro.
La tensión arterial elevada se trata únicamente si está muy elevada.
En algunos casos se coloca un tubito de plástico (derivación) en el cerebro, para evacuar el líquido cefalorraquídeo. Este procedimiento alivia la presión y evita la hidrocefalia.
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