La hiperglucemia, definida como la presencia de niveles elevados de glucosa en sangre, es un factor de riesgo clave para múltiples complicaciones cardiovasculares y neurológicas. Entre estas complicaciones, el accidente cerebrovascular (ACV) ocupa un lugar central debido a su alta mortalidad y a las graves secuelas que puede dejar en los pacientes.
¿Qué es la hiperglucemia?
La hiperglucemia se presenta cuando los niveles de glucosa en sangre superan los valores normales. En condiciones normales, la glucosa en ayunas debería estar entre 70 y 100 mg/dl, mientras que valores superiores a 126 mg/dl en ayunas o superiores a 200 mg/dl después de una prueba de tolerancia indican un problema.
La hiperglucemia puede ser aguda o crónica:

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Aguda: aparece de forma temporal, por ejemplo, tras una infección, un episodio de estrés, un tratamiento con corticoides o en pacientes hospitalizados.
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Crónica: se asocia principalmente a la diabetes mellitus y representa un factor de riesgo sostenido de daño vascular y neurológico.
Hiperglucemia y riesgo de ACV
Diversos estudios han demostrado que la hiperglucemia aumenta significativamente el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. Esto se debe a que la glucosa elevada daña progresivamente los vasos sanguíneos, favorece la formación de trombos y reduce la capacidad del cerebro para resistir una isquemia.
Los puntos clave de esta relación son:
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Los pacientes con diabetes y hiperglucemia crónica tienen entre 2 y 4 veces más probabilidades de sufrir un ACV.
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La hiperglucemia aguda en el contexto de un ACV empeora el pronóstico, aumentando la mortalidad y el grado de discapacidad.
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La persistencia de niveles altos de glucosa incrementa el riesgo de recurrencia de ictus y de deterioro cognitivo posterior.
Mecanismos fisiopatológicos
La conexión entre hiperglucemia y ACV puede explicarse por diferentes mecanismos:
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Aterosclerosis acelerada: la glucosa elevada favorece la formación de placas en arterias cerebrales y carótidas.
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Estrés oxidativo: el exceso de radicales libres daña el endotelio y reduce la elasticidad vascular.
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Inflamación crónica: la hiperglucemia activa vías inflamatorias que debilitan la pared vascular.
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Disfunción endotelial: los vasos pierden capacidad de dilatarse, reduciendo el flujo sanguíneo cerebral.
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Mayor riesgo de trombosis: la glucosa elevada altera la coagulación y facilita la formación de coágulos.
Estos procesos explican por qué la hiperglucemia no solo incrementa el riesgo de ACV, sino que también agrava las consecuencias cuando este ocurre.
Consecuencias clínicas
La presencia de hiperglucemia en pacientes con ACV se asocia a peores resultados clínicos:
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Mayor extensión del infarto cerebral en casos de ictus isquémico.
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Peor recuperación funcional tras la fase aguda.
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Incremento en la mortalidad hospitalaria.
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Mayor riesgo de hemorragia intracerebral en pacientes tratados con trombólisis.
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Deterioro cognitivo acelerado tras el evento.
Por lo tanto, la hiperglucemia no es solo un marcador metabólico, sino un determinante clínico en la evolución de un ACV.
Diagnóstico de la hiperglucemia

El diagnóstico de hiperglucemia se realiza mediante análisis de sangre:
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Glucosa plasmática en ayunas: ≥126 mg/dl.
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Glucosa postprandial o después de 2 horas de prueba de tolerancia oral: ≥200 mg/dl.
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Hemoglobina glicosilada (HbA1c): ≥6,5 % indica mal control glucémico crónico.
En pacientes con ACV, se recomienda medir la glucemia al ingreso hospitalario, ya que la hiperglucemia aguda es un predictor de mal pronóstico incluso en personas sin diagnóstico previo de diabetes.
Estrategias de prevención
La prevención de la hiperglucemia es fundamental para reducir el riesgo de ACV. Las principales medidas son:
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Alimentación equilibrada: rica en frutas, verduras, cereales integrales y baja en azúcares simples.
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Actividad física regular: al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado.
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Control médico periódico: chequeos de glucosa e HbA1c.
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Tratamiento farmacológico: insulina y antidiabéticos orales cuando corresponda.
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Manejo de factores de riesgo: control de presión arterial, colesterol y peso corporal.
Tratamiento de la hiperglucemia en el contexto del ACV
El manejo de la hiperglucemia durante un accidente cerebrovascular es un tema de debate. La evidencia actual sugiere:
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Mantener la glucosa en un rango de 140–180 mg/dl en pacientes hospitalizados por ACV.
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Evitar tanto la hiperglucemia severa (>180 mg/dl) como la hipoglucemia (<70 mg/dl), ambas asociadas a peor pronóstico.
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Ajustar la insulinoterapia de forma individualizada, considerando la condición clínica del paciente.
Un adecuado manejo de la hiperglucemia en fase aguda puede mejorar la recuperación neurológica y reducir las complicaciones.
Impacto en la salud pública
La hiperglucemia representa un problema de salud pública creciente, ya que la diabetes y el síndrome metabólico continúan en aumento en todo el mundo. La carga de ACV asociado a hiperglucemia se traduce en altos costos sanitarios, pérdida de productividad y deterioro de la calidad de vida de millones de personas.
Prevenir y controlar la hiperglucemia no solo reduce el riesgo de ACV, sino que también disminuye la incidencia de otras complicaciones cardiovasculares, como el infarto de miocardio.
Conclusión
La hiperglucemia es un factor determinante en la aparición y evolución del accidente cerebrovascular. Tanto la exposición crónica a altos niveles de glucosa como la presencia de hiperglucemia aguda en el contexto de un ictus empeoran el pronóstico y aumentan la mortalidad.
La prevención, el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado de la hiperglucemia deben ser una prioridad en la práctica clínica para reducir la incidencia de ACV y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Mantener un control adecuado de la glucosa, junto con hábitos saludables y seguimiento médico regular, es la estrategia más efectiva para proteger la salud cerebral y cardiovascular.
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