isquemia

La presión arterial sistólica es uno de los principales indicadores utilizados en medicina para evaluar la salud del sistema cardiovascular. Cada vez que una persona acude a un chequeo rutinario, el médico mide su presión arterial y la registra con dos números. El primero de ellos, que corresponde a la presión arterial sistólica, refleja la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias en el momento en que el corazón se contrae, es decir, durante la fase de sístole. El segundo número, conocido como presión arterial diastólica, indica la presión cuando el corazón está en reposo entre latidos.

Comprender qué es la presión arterial sistólica, por qué se mide y qué valores se consideran saludables resulta fundamental para prevenir complicaciones que afectan al corazón, al cerebro y a otros órganos vitales.

¿Qué es la presión arterial sistólica?

presión arterial sistólica

La presión arterial sistólica es el número más alto de la lectura de la tensión arterial. Representa la presión máxima que alcanza la sangre dentro de las arterias cuando el ventrículo izquierdo del corazón se contrae para enviar sangre oxigenada al resto del cuerpo.

En términos prácticos, si una persona tiene una medición de 120/80 mmHg, el número 120 corresponde a la presión arterial sistólica. Este valor es clave porque nos muestra la intensidad con la que el corazón impulsa la sangre y cómo responden las arterias a esa fuerza.

Valores normales de la presión arterial sistólica

De acuerdo con organizaciones internacionales como la OMS y la Asociación Americana del Corazón (AHA), los valores normales de la presión arterial sistólica son los siguientes:

  • Normal: menos de 120 mmHg.

  • Elevada: entre 120 y 129 mmHg.

  • Hipertensión grado 1: entre 130 y 139 mmHg.

  • Hipertensión grado 2: 140 mmHg o más.

  • Crisis hipertensiva: 180 mmHg o más (requiere atención médica inmediata).

Estos rangos permiten identificar el riesgo y aplicar medidas preventivas antes de que la presión arterial sistólica alterada provoque daños en órganos diana como el corazón, el cerebro o los riñones.

Riesgos de una presión arterial sistólica elevada

Cuando la presión arterial sistólica se mantiene elevada durante un tiempo prolongado, hablamos de hipertensión arterial. Este trastorno es uno de los factores de riesgo más importantes de enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de muerte a nivel mundial.

Los principales riesgos asociados son:

  • Infarto de miocardio: el exceso de presión puede dañar las arterias coronarias y favorecer la formación de placas ateroscleróticas.

  • Accidente cerebrovascular (ACV): la presión elevada aumenta la probabilidad de ruptura o bloqueo de vasos sanguíneos en el cerebro.

  • Insuficiencia cardíaca: el corazón se ve obligado a trabajar con más fuerza, lo que puede debilitarlo con el tiempo.

  • Daño renal: la presión alta afecta a los vasos sanguíneos de los riñones, dificultando su función de filtrado.

  • Aneurismas: el exceso de presión puede debilitar las paredes arteriales, provocando dilataciones peligrosas.

Por estas razones, controlar la presión arterial sistólica es una medida esencial en cualquier estrategia de salud pública.

Riesgos de una presión arterial sistólica baja

Aunque se habla con mayor frecuencia de hipertensión, una presión arterial sistólica demasiado baja también puede ser peligrosa. Valores inferiores a 90 mmHg suelen considerarse hipotensión.

Los principales riesgos son:

  • Mareos y desmayos, con posibilidad de caídas.

  • Fatiga constante y debilidad.

  • Riesgo de shock en casos graves, donde los órganos no reciben suficiente oxígeno.

  • Problemas de perfusión cerebral, que pueden generar confusión o alteraciones neurológicas.

Por tanto, tanto un exceso como un déficit en la presión arterial sistólica requieren atención médica.

Factores que influyen en la presión arterial sistólica

presión arterial sistólica

La presión arterial sistólica no es un número fijo; puede variar a lo largo del día dependiendo de distintos factores:

  • Edad: con los años, las arterias pierden elasticidad y la presión suele aumentar.

  • Actividad física: el ejercicio eleva la presión sistólica temporalmente, pero a largo plazo ayuda a mantenerla en valores saludables.

  • Estrés y emociones: situaciones de ansiedad o nerviosismo pueden elevar la presión.

  • Dieta: el consumo excesivo de sal, grasas saturadas y alcohol incrementa los valores.

  • Peso corporal: la obesidad es un factor determinante en el aumento de la presión arterial sistólica.

  • Enfermedades crónicas: diabetes, insuficiencia renal y otras patologías afectan la regulación de la tensión arterial.

Cómo medir correctamente la presión arterial sistólica

Para que la medición de la presión arterial sistólica sea precisa, deben seguirse ciertas recomendaciones:

  • Sentarse y descansar al menos 5 minutos antes de la medición.

  • Evitar cafeína, tabaco o ejercicio intenso 30 minutos antes.

  • Colocar el brazalete a la altura del corazón y mantener el brazo relajado.

  • Realizar varias mediciones en distintos momentos del día para obtener un promedio.

Un error común es interpretar una lectura aislada como definitiva, cuando lo correcto es hacer un seguimiento en el tiempo.

Estrategias para mantener la presión arterial sistólica en valores adecuados

Existen múltiples hábitos que ayudan a mantener la presión arterial sistólica bajo control:

  • Alimentación equilibrada: reducir el consumo de sal, aumentar frutas, verduras y alimentos ricos en potasio.

  • Ejercicio regular: al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada.

  • Control del peso: mantener un índice de masa corporal saludable.

  • Evitar el tabaco y moderar el alcohol.

  • Manejo del estrés: técnicas de relajación, meditación o yoga.

  • Revisiones médicas periódicas: especialmente en personas con antecedentes familiares de hipertensión.

Conclusión

La presión arterial sistólica es un parámetro vital para conocer el estado de salud del corazón y del sistema circulatorio. Un valor dentro de los rangos normales asegura un menor riesgo de complicaciones cardiovasculares, mientras que cifras elevadas o muy bajas pueden ser un signo de alerta que requiere atención inmediata.

Adoptar un estilo de vida saludable, junto con controles médicos regulares, es la mejor estrategia para mantener la presión arterial sistólica en niveles óptimos y proteger el bienestar a largo plazo.

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