La anartria es un trastorno neurológico grave que afecta la capacidad del ser humano para articular palabras de forma inteligible. A diferencia de otros trastornos del habla como la disartria o la afasia, la anartria implica una pérdida casi total de la capacidad de expresión oral, aunque la comprensión del lenguaje y la capacidad de pensar de forma verbal permanecen intactas.
¿Qué es la anartria?

La anartria es un tipo de trastorno del habla que se produce cuando los músculos responsables de la articulación están tan gravemente afectados que la persona no puede emitir palabras inteligibles. Aunque puede mover la boca, los sonidos que produce no forman palabras reconocibles. No se trata de una pérdida del lenguaje en sí mismo, como ocurre con la afasia, sino de una incapacidad para ejecutar físicamente el habla debido a un daño en el sistema nervioso central o periférico.
En términos clínicos, la anartria se considera la forma más severa de la disartria. Mientras que en la disartria existe cierta capacidad de emitir sonidos articulados, aunque con dificultad, en la anartria esta capacidad está completamente anulada.
Causas de la anartria
Las causas de la anartria están directamente relacionadas con daños en las estructuras cerebrales que controlan los movimientos musculares necesarios para hablar. Entre las principales causas se incluyen:
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Accidente cerebrovascular (ACV): Un infarto cerebral que afecta las áreas motoras del habla puede producir anartria, especialmente si involucra ambos hemisferios cerebrales o regiones del tronco encefálico.
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Traumatismo craneoencefálico grave: Golpes o lesiones que comprometen áreas motoras del habla también pueden causar este trastorno.
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Esclerosis lateral amiotrófica (ELA): En fases avanzadas, esta enfermedad neurodegenerativa puede llevar a la anartria debido a la afectación progresiva de los músculos bulbares.
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Parálisis cerebral: En casos severos, puede haber una falta total de control muscular para el habla.
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Enfermedades neuromusculares: Como la distrofia muscular o la miastenia gravis, que debilitan la musculatura necesaria para la producción del habla.
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Tumores cerebrales: Si afectan el área motora del lenguaje o estructuras subcorticales implicadas en la articulación, pueden derivar en anartria.
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Enfermedades infecciosas: Como ciertas encefalitis o neuroinfecciones graves.
Diagnóstico de la anartria
El diagnóstico de anartria requiere una evaluación clínica cuidadosa por parte de un neurólogo y un logopeda. Dado que puede confundirse con otros trastornos del lenguaje como la afasia de Broca o la apraxia del habla, es esencial diferenciar claramente cada condición para orientar adecuadamente el tratamiento.
Entre las herramientas utilizadas para el diagnóstico destacan:
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Exploración neurológica completa: Para determinar el grado de compromiso motor, sensitivo y funcional.
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Resonancia magnética cerebral: Para identificar lesiones en áreas motoras del habla.
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Electromiografía y estudios de conducción nerviosa: Si se sospecha de una causa neuromuscular.
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Evaluación logopédica: Permite analizar el tipo de emisión vocal, la capacidad de control muscular, y la respuesta a órdenes orales.
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Valoración cognitiva y del lenguaje: Para confirmar que no existe afasia asociada.
Es importante destacar que, en la anartria, la persona puede comprender perfectamente el lenguaje hablado y tener intacta su capacidad de pensamiento, lo cual la distingue de otros trastornos neurológicos.
Diferencias entre anartria, afasia y apraxia del habla
Aunque comparten algunas manifestaciones clínicas, la anartria debe diferenciarse claramente de la afasia y la apraxia del habla.
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Afasia: Es un trastorno del lenguaje. En algunos tipos de afasia (como la de Broca), hay dificultad para formar frases, pero la persona puede pronunciar palabras. En la anartria, la producción física del habla está anulada, pero el lenguaje interior está preservado.
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Apraxia del habla: La persona sabe qué quiere decir, pero tiene problemas para planificar los movimientos necesarios para articular. En la anartria, el problema no es de planificación, sino de ejecución muscular.
Estas distinciones son clave para aplicar un tratamiento adecuado y realista.
Tratamiento de la anartria
El tratamiento de la anartria depende de la causa subyacente y de la severidad de la afectación. Dado que se trata de una condición motora y no lingüística, el abordaje se centra en la rehabilitación funcional.
Terapia logopédica intensiva
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Ejercicios motores orales: Se busca mejorar el control muscular de labios, lengua y mandíbula.
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Terapias de fonación: Estimulan la producción de sonidos básicos y respiración coordinada.
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Métodos de estimulación multisensorial: Uso de espejos, vibraciones, grabaciones de voz, etc.
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Terapias con biofeedback: Permiten al paciente observar y ajustar sus movimientos orofaciales en tiempo real.
Sistemas alternativos de comunicación
En muchos casos de anartria, el objetivo principal del tratamiento es recuperar alguna forma de comunicación funcional, aunque no sea hablada.
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Sistemas aumentativos y alternativos (CAA): Incluyen desde tableros de comunicación hasta dispositivos electrónicos que convierten texto en voz.
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Aplicaciones móviles adaptadas: Algunas permiten escribir, seleccionar símbolos o usar movimientos oculares para comunicarse.
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Lenguaje de señas: Puede ser útil en algunos casos, si el paciente conserva movilidad en las manos.
Apoyo emocional y psicológico
La anartria puede ser devastadora desde el punto de vista emocional. La frustración, el aislamiento y la depresión son frecuentes. Por ello, el tratamiento debe incluir:
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Apoyo psicológico profesional.
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Terapia familiar.
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Inclusión del paciente en grupos de apoyo.
Tratamiento médico
Cuando la anartria es secundaria a una enfermedad específica, tratar dicha condición puede mejorar los síntomas. Por ejemplo:
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Medicación antiparkinsoniana.
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Corticoides en enfermedades inflamatorias.
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Cirugía en casos de tumores cerebrales resecables.
Sin embargo, en muchos casos el daño neurológico es permanente y el tratamiento se orienta a la compensación y adaptación.
Pronóstico de la anartria
El pronóstico de la anartria varía en función del origen y la extensión del daño neurológico. En casos leves o transitorios, es posible una recuperación parcial con rehabilitación intensiva. En situaciones más graves, el objetivo será lograr una forma de comunicación alternativa eficaz.
Algunos factores que influyen en el pronóstico:
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Edad del paciente.
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Rapidez de inicio del tratamiento.
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Apoyo familiar y social.
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Motivación y adherencia a la rehabilitación.
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Comorbilidades asociadas (demencia, depresión, etc.).
Es fundamental entender que el tratamiento de la anartria no solo busca recuperar el habla, sino también preservar la dignidad y el derecho a comunicarse del paciente.
Conclusión
La anartria es uno de los trastornos del habla más graves, pero no implica pérdida del pensamiento ni del lenguaje interior. A pesar de la severidad de su presentación, existen múltiples estrategias terapéuticas para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.
Un diagnóstico temprano, un tratamiento personalizado y el uso de tecnología asistiva son las claves para que las personas con anartria puedan seguir comunicándose, participando en la sociedad y manteniendo relaciones significativas. El apoyo emocional y el entorno humano que rodea al paciente son tan importantes como cualquier terapia médica o logopédica.
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