La diferencia entre afasia y apraxia es fundamental para comprender cómo el cerebro puede afectar nuestras capacidades de comunicación y de ejecución motora. Ambos trastornos pueden presentarse tras un daño cerebral, especialmente después de un accidente cerebrovascular (ACV), pero afectan distintas funciones: la afasia se relaciona con el lenguaje, mientras que la apraxia implica dificultades para planificar y ejecutar movimientos voluntarios. Conocer esta diferencia no solo es crucial para los profesionales de la salud, sino también para familiares, cuidadores y personas en proceso de rehabilitación.
¿Qué es la afasia?
La afasia es un trastorno adquirido del lenguaje que afecta la capacidad de una persona para comprender, producir o utilizar correctamente el lenguaje hablado o escrito. Generalmente ocurre por una lesión en el hemisferio izquierdo del cerebro, el cual alberga las áreas responsables del procesamiento del lenguaje, como el área de Broca y el área de Wernicke.
Tipos de afasia
Existen varios tipos de afasia, dependiendo de qué parte del cerebro esté afectada:
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Afasia de Broca (no fluente): dificultad para hablar con fluidez, pero con buena comprensión.
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Afasia de Wernicke (fluente): habla fluida pero incoherente, con dificultades en la comprensión.
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Afasia global: alteración severa de todas las funciones del lenguaje.
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Afasia anómica: dificultad para encontrar palabras, especialmente sustantivos.
En todos los casos, la afasia implica un problema en el lenguaje como sistema simbólico, no en los músculos implicados en el habla.
¿Qué es la apraxia?
La apraxia, por otro lado, es un trastorno motor de origen neurológico que afecta la capacidad de planificar y ejecutar movimientos voluntarios previamente aprendidos, incluso cuando no hay parálisis muscular ni alteraciones sensoriales que lo expliquen. Existen varios tipos de apraxia, pero cuando se relaciona con el habla se habla específicamente de apraxia del habla o apraxia verbal.
Apraxia del habla
La apraxia del habla implica dificultad para coordinar los movimientos musculares necesarios para hablar, aunque la persona sí sepa lo que quiere decir y los músculos involucrados funcionen correctamente. Esto da lugar a:
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Errores en la pronunciación de sonidos o sílabas.
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Dificultades para iniciar palabras.
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Habla lenta y esfuerzo visible al hablar.
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Inconsistencia en los errores del habla (una palabra puede salir bien una vez y mal en otra).
Esta condición es especialmente frustrante, ya que la persona tiene claridad mental, pero el mensaje se “atasca” al intentar ser expresado.
Principales diferencias entre afasia y apraxia
La diferencia entre afasia y apraxia radica en qué parte del proceso de comunicación está afectada:
Esta tabla resume de forma clara la diferencia entre afasia y apraxia, permitiendo una mejor comprensión clínica y terapéutica.
¿Pueden coexistir afasia y apraxia?
Sí. De hecho, es común que una persona presente afasia y apraxia del habla al mismo tiempo, especialmente si ha sufrido un ACV extenso en el hemisferio izquierdo. En estos casos, el paciente enfrenta una doble barrera: dificultades en la construcción del lenguaje y problemas para ejecutar los movimientos que permiten hablar.
Identificar ambas condiciones es crucial, ya que el tratamiento debe abordarlas por separado y de manera específica. Por ejemplo, un paciente con afasia de Broca y apraxia verbal necesitará trabajar tanto en la formulación del lenguaje como en la secuencia de sonidos.
Diagnóstico
El diagnóstico de afasia y apraxia lo realiza un equipo interdisciplinario que puede incluir neurólogos, logopedas, fonoaudiólogos, neuropsicólogos y terapeutas ocupacionales. Se emplean:
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Pruebas de lenguaje: comprensión, repetición, denominación, lectura y escritura.
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Pruebas motoras del habla: articulación de sonidos, coordinación motora, capacidad para repetir secuencias fonéticas.
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Estudios de neuroimagen: resonancia magnética o tomografía computarizada.
Distinguir claramente la diferencia entre afasia y apraxia en la evaluación inicial evita errores de tratamiento y mejora el pronóstico funcional del paciente.
Tratamiento
Aunque ambos trastornos requieren intervención logopédica, los enfoques son diferentes.
En afasia:
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Ejercicios para mejorar la comprensión auditiva y lectora.
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Práctica en la construcción de frases y uso del vocabulario.
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Apoyo en la escritura y en sistemas alternativos de comunicación.
En apraxia:
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Técnicas de repetición y ritmo para reprogramar los movimientos del habla.
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Apoyo visual y gestual (uso de imágenes, signos).
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Entrenamiento intensivo con retroalimentación auditiva.
En ambos casos, el tratamiento debe ser personalizado, frecuente y progresivo. Además, el apoyo familiar es esencial para reforzar los logros terapéuticos en el entorno cotidiano.
Tanto la afasia como la apraxia tienen un impacto significativo en la calidad de vida de quienes las padecen. Pueden provocar aislamiento, frustración, ansiedad y depresión. Es fundamental crear entornos de comunicación comprensivos y sin presión, donde el paciente se sienta escuchado y valorado.
La diferencia entre afasia y apraxia también es importante para el entorno del paciente: una persona con afasia puede no comprender lo que se le dice, mientras que una con apraxia entiende perfectamente pero no puede responder verbalmente. Esta distinción modifica radicalmente la forma de comunicarse con ellos.
Conclusión
Conocer la diferencia entre afasia y apraxia permite no solo un diagnóstico más certero, sino también un tratamiento más eficaz. Mientras que la afasia afecta el lenguaje en sí, la apraxia del habla interfiere con la capacidad de ejecutar los movimientos necesarios para hablar, aunque el lenguaje esté preservado.
Ambos trastornos requieren atención especializada, comprensión por parte del entorno y estrategias terapéuticas diferenciadas. Reconocer estas diferencias mejora la intervención clínica y ayuda a devolver la comunicación y la autonomía a quienes han visto afectada su capacidad de expresarse.
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