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isquemia

La disfagia faríngea es un trastorno de la deglución que afecta la capacidad de tragar alimentos y líquidos de manera eficiente. Se caracteriza por dificultades en la fase faríngea del proceso de deglución, que es la etapa en la que el bolo alimenticio se mueve desde la boca hacia la parte posterior de la garganta (faringe) antes de pasar al esófago.

Disfagia Faríngea

Causas de la disfagia faríngea

  1. Envejecimiento: Con el envejecimiento, los músculos y tejidos involucrados en la deglución pueden debilitarse. Esto puede hacer que sea más difícil coordinar los movimientos necesarios para tragar eficientemente.
  2. Condiciones neurológicas: Los problemas neurológicos pueden afectar los nervios y músculos que controlan la deglución. Por ejemplo, un accidente cerebrovascular puede dañar las áreas del cerebro responsables de la coordinación de la deglución. Enfermedades como la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple también pueden afectar negativamente la función neuromuscular.
  3. Trastornos musculares: Condiciones que afectan los músculos pueden contribuir a la disfagia faríngea. La miastenia gravis, por ejemplo, es una enfermedad autoinmune que debilita los músculos, incluidos los utilizados en la deglución. La distrofia muscular es otra afección que puede afectar la fuerza muscular.
  4. Reflujo gastroesofágico (ERGE): El reflujo ácido, cuando el contenido del estómago regresa al esófago, puede irritar la garganta y la parte posterior de la boca, afectando la deglución y causando disfagia faríngea.
  5. Tumores: Los tumores en la faringe o estructuras cercanas pueden obstruir el paso de los alimentos, lo que dificulta la deglución. Los tumores pueden ser benignos o malignos y pueden afectar directamente la anatomía de la faringe.
  6. Lesiones: Lesiones traumáticas en la cabeza o el cuello pueden dañar los nervios o músculos involucrados en la deglución, lo que lleva a dificultades para tragar.
  7. Infecciones: Infecciones en la garganta o la faringe, como la faringitis, pueden causar inflamación y dolor al tragar, contribuyendo temporalmente a la disfagia faríngea.
  8. Achalasia: Esta es una condición en la cual los músculos del esófago no se relajan adecuadamente, lo que puede afectar la capacidad de la faringe para empujar los alimentos hacia el esófago.
  9. Esclerodermia: Una enfermedad autoinmune que afecta el tejido conectivo puede provocar cambios en la musculatura del esófago y la faringe, dificultando la deglución.
  10. Esofagitis eosinofílica: Una inflamación del esófago puede ocurrir debido a una reacción alérgica, lo que puede afectar negativamente la deglución.

Es importante destacar que la disfagia faríngea puede tener múltiples causas, y la identificación precisa de la causa subyacente es crucial para determinar el enfoque de tratamiento más efectivo. Un profesional de la salud, como un gastroenterólogo o un otorrinolaringólogo, puede realizar evaluaciones exhaustivas para llegar a un diagnóstico adecuado.

Síntomas

Los síntomas de la disfagia faríngea pueden variar en intensidad y duración, y pueden incluir los siguientes:

  1. Dificultad para tragar: Uno de los síntomas más evidentes es la sensación de que los alimentos o líquidos se quedan atascados en la garganta o en la parte superior del pecho. Esto puede ocurrir durante o después de comer o beber.
  2. Dolor al tragar: Puedes experimentar dolor o molestias al tragar, especialmente al ingerir alimentos sólidos o líquidos.
  3. Regurgitación: Después de tragar, es posible que los alimentos o líquidos vuelvan a subir hacia la boca. Esto puede ocurrir poco después de comer.
  4. Tos o atragantamiento: La sensación de que los alimentos o líquidos ingresan por la vía respiratoria puede desencadenar tos o atragantamiento, ya que el cuerpo trata de proteger las vías respiratorias.
  5. Pérdida de peso no intencional: La dificultad para tragar puede llevar a una disminución en la ingesta de alimentos, lo que podría resultar en pérdida de peso no planeada.
  6. Cambios en los hábitos alimenticios: Puedes notar que evitas ciertos alimentos o texturas debido a las dificultades para tragar.
  7. Sensación de obstrucción o presión en la garganta: Algunas personas con disfagia faríngea pueden sentir una sensación de obstrucción o presión en la garganta al tragar.
  8. Cambios en la voz: La disfagia también puede afectar la voz, y algunas personas pueden experimentar cambios en el tono o la calidad vocal.

Es esencial prestar atención a estos síntomas y buscar atención médica si experimentas dificultades persistentes para tragar. La disfagia faríngea puede tener diversas causas, y la identificación temprana y el tratamiento adecuado pueden mejorar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Un profesional de la salud, como un gastroenterólogo o un especialista en otorrinolaringología, puede realizar evaluaciones específicas para determinar la causa subyacente y desarrollar un plan de tratamiento adecuado.

Diagnóstico de la disfagia faríngea

El diagnóstico de la disfagia faríngea generalmente implica una evaluación clínica exhaustiva realizada por un profesional de la salud, como un gastroenterólogo, un otorrinolaringólogo o un especialista en medicina de rehabilitación. Aquí se describen algunos de los métodos y pruebas comunes utilizados en el proceso de diagnóstico:

Disfagia Faríngea

  1. Historia clínica: El médico recopilará información detallada sobre los síntomas, la duración, los factores desencadenantes y otros antecedentes médicos relevantes del paciente.
  2. Examen físico: Se realizará un examen físico para evaluar la función de los músculos y nervios implicados en la deglución, así como para buscar signos de posibles problemas estructurales.
  3. Pruebas de deglución: Se pueden realizar varias pruebas de deglución para evaluar el proceso de tragar. Dos pruebas comunes son:
    • Videofluoroscopia: El paciente ingiere alimentos o líquidos mezclados con un agente de contraste, y se realiza una radiografía en tiempo real para observar cómo se mueve el bolo alimenticio a través de la garganta y el esófago.
    • Endoscopia: Se introduce un endoscopio delgado y flexible a través de la nariz o la boca para visualizar directamente la faringe y el esófago. Esta prueba puede proporcionar imágenes detalladas de la anatomía y permitir la identificación de posibles obstrucciones o problemas estructurales.
  4. Manometría esofágica: Esta prueba mide la presión en el esófago y puede ayudar a evaluar la fuerza de los músculos responsables de la deglución.
  5. Pruebas neurológicas: Si se sospecha una causa neurológica, se pueden realizar pruebas específicas, como la electromiografía (EMG) o estudios de conducción nerviosa, para evaluar la función de los nervios y los músculos.
  6. Análisis de sangre y pruebas específicas: En algunos casos, se pueden realizar análisis de sangre o pruebas específicas para descartar o confirmar ciertas condiciones subyacentes, como la esclerodermia o la miastenia gravis.

El diagnóstico de la disfagia faríngea es un proceso integral que combina información clínica, resultados de pruebas y la experiencia del profesional de la salud. Es fundamental identificar la causa subyacente para desarrollar un plan de tratamiento efectivo y mejorar la calidad de vida del paciente. Una vez que se establece el diagnóstico, se puede trabajar en estrategias de tratamiento que pueden incluir cambios en la dieta, terapia de deglución, medicamentos o, en algunos casos, intervenciones quirúrgicas.

Tratamiento de la disfagia faríngea

El tratamiento de la disfagia faríngea depende en gran medida de la causa subyacente de la condición. Aquí hay algunas estrategias y enfoques comunes utilizados para tratar la disfagia faríngea:

  1. Modificación de la dieta:
    • Cambios en la textura de los alimentos: Se puede recomendar una dieta modificada en textura, que podría incluir alimentos más suaves o líquidos espesados para facilitar la deglución.
    • Evitar alimentos problemáticos: Algunos alimentos pueden ser más difíciles de tragar, y es posible que se deba evitar su consumo.
  2. Terapia de deglución (logopedia):
    • Un terapeuta del habla y del lenguaje puede trabajar con el paciente para realizar ejercicios que fortalezcan los músculos utilizados en la deglución.
    • Técnicas de rehabilitación: Se pueden utilizar diversas técnicas para mejorar la coordinación y eficacia de la deglución.
  3. Medicamentos:
    • Tratamiento del reflujo ácido: Si la disfagia está relacionada con el reflujo gastroesofágico, se pueden recetar medicamentos como inhibidores de la bomba de protones (IBP) o antagonistas de los receptores H2 para reducir la producción de ácido estomacal.
    • Medicamentos para tratar condiciones subyacentes: En casos de disfagia asociada con condiciones neurológicas o musculares, se pueden recetar medicamentos para abordar la causa subyacente.
  4. Procedimientos médicos o quirúrgicos:
    • Dilatación esofágica: En algunos casos, se puede realizar una dilatación esofágica, un procedimiento en el cual se ensancha el esófago utilizando un dispositivo especial.
    • Cirugía: En situaciones donde existen obstrucciones o problemas estructurales, la cirugía puede ser necesaria para corregir la anatomía y mejorar la deglución.
  5. Tratamiento específico para la causa subyacente:
    • Si la disfagia es secundaria a una enfermedad específica, como la esclerodermia o la miastenia gravis, el tratamiento se dirigirá a esa condición específica.

Es crucial trabajar de cerca con un equipo de profesionales de la salud para determinar la mejor estrategia de tratamiento según la causa subyacente de la disfagia faríngea. El tratamiento puede ser individualizado para adaptarse a las necesidades y circunstancias únicas de cada paciente. Además, se pueden requerir ajustes y seguimientos periódicos para evaluar la efectividad del tratamiento y realizar modificaciones según sea necesario.

Conclusión

En conclusión, la disfagia faríngea es un trastorno de la deglución que involucra dificultades en la fase faríngea del proceso. Las causas pueden variar desde el envejecimiento y condiciones neurológicas hasta trastornos musculares, reflujo gastroesofágico, tumores y otras afecciones médicas. Los síntomas incluyen dificultad para tragar, dolor, regurgitación y cambios en los hábitos alimenticios, entre otros.

El diagnóstico implica una evaluación clínica detallada, pruebas de deglución y, en algunos casos, estudios neurológicos o de imagen. Una vez identificada la causa subyacente, el tratamiento puede incluir modificaciones en la dieta, terapia de deglución, medicamentos o intervenciones médicas o quirúrgicas específicas. La colaboración con profesionales de la salud es esencial para desarrollar un plan de tratamiento efectivo y mejorar la calidad de vida de quienes padecen disfagia faríngea.

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